03 mayo 2006

BAFF 8ª Edición - 2ª Jornada - Big River, Joni's Promise, Invisible Waves



Crónica día anterior

Comenzaba la segunda jornada del festival con el listón muy alto, el recuerdo de la última joya de Hou Hsiao-Hsien todavía permanecía en mi cabeza, pero el hecho de ir a ver una producción de Office Kitano parecía que permitiría mantener el nivel. Para mi desgracia, no fue así...




"Big River" dirigida por Atsushi Funahashi, un japonés afincado en Nueva York, y producida por Takeshi Kitano, fue la primera sesión del día.
En ella se nos cuenta la historia de 3 personajes que deambulan perdidos por el desierto de Arizona, un japonés que está de viaje (Joe Adagiri), un pakistaní que busca a su mujer (Kavi Raz) y una americana que vive en una caravana y sólo busca alguien que le saque de ahí (Chloe Snyder). Juntos, cruzarán el desierto en coche, se conocerán y se ayudarán mutuamente, hasta que las diferencias raciales y los problemas psicológicos que acarrean empiecen a hacer mella en su relación.

La película que pretende ser una reflexión sobre como ha cambiado la sociedad americana después de los hechos del 11-S, está bien dirigida e interpretada pero tiene dos grandes problemas que no logra superar. El primero es únicamente artístico, su guión. Introducir un personaje árabe desconfiado y que apenas habla inglés para hablar de la incomunicación y del recelo ante los inmigrantes es demasiado obvio, acaba cayendo en lugares comunes (ese policía que les interroga sólo por no parecer de ahí) y le acaba pasando factura el calco a la forma de narrar de Jim Jarmusch.

El segundo problema es más circunstancial. Al acudir a un festival de cine asiático esperas encontrarte cualquier cosa excepto un filme independiente americano al uso, correcto pero nada sorprendente, que acaba generando una gran sensación de deshubicación. En cualquier otro evento, este hecho hubiese quedado paliado pero en el BAFF no, si a esto se le suma el nombre de su productor, el resultado no puede ser más que decepcionante.




Después llegó el turno de "Joni's Promise" (Janji Joni), ópera prima del indonés Joko Anwar que gira alrededor de Joni (Nicholas Saputra), un joven que trabaja como repartidor de rollos de película en Yakarta, pero los cines de dicha localidad, para abaratar costes, comparten los rollos, así que Joni pasa las horas recorriendo la ciudad en su motocicleta, de sala en sala, para que todos puedan proyectar el filme sin pausas. Aunque su trabajo se complicará mucho, el mismo día que se decide a conquistar una chica...

Si la anterior propuesta del día imitaba el cine indie americano, ésta parece hacer lo propio con lo peor de la comedia (romántica) para adolescentes de los años ochenta. Personajes planos, situaciones absurdas, una banda sonora repleta de canciones rock que en lugar de acompañar las imágenes las saturan por completo, etc.
Aún así, son de agradecer ciertos detalles (todos en su tramo inicial) relacionados con el mundo del cine que resultan bastante simpáticos, aunque rápidamente se olvidan.
Una lástima, pues sobre el papel, parecía que este largometraje sería mucho más interesante y que conjugaría, al igual que la espléndida "Citizen Dog (Mah Nakorn)", exotismo kitsch y crítica social.
Definitivamente, la peor película vista por el momento en el festival.




Finalmente, la jornada acabó con "Invisible Waves", último filme hasta la fecha de Pen-ek Ratanaruang, una coproducción entre Tailandia, Holanda, Hong Kong y Corea del Sur, fotografiada por el siempre espléndido Christopher Doyle y, a priori, uno de los platos fuertes del BAFF 2006.

Kyoji (Tadanobu Asano) es un inmigrante japonés que trabaja como cocinero, su jefe le pide que asesine a su esposa y así lo hace, sin importarle que ella además sea su amante. Una vez cometido el crimen, se embarca rumbo a Phuket para esperar que se calmen las cosas pero en el barco los problemas no harán sino que empeorar.

La película, un thriller noir en toda regla, funciona también como viaje emocional del protagonista que carga con el sentimiento de culpa durante todo el filme. Sus movimientos no parecen propios, desde el inicio del filme parece ser empujado por las olas invisibles del título que lo mueven y lo zarandean de un lugar a otro y que le impiden avanzar y seguir adelante con su vida, para mostrarlo es elemental la interpretación de Asano que refuerza el tono onírico de algunos momentos del largometraje, como las secuencias dentro del barco (y que ocupan media película) que forman parte del estado mental de Kyoji que necesita redimirse de su pecado.

Una propuesta madura y compleja con varios niveles de lectura más allá del filme de venganza y traición que plantea la sinopsis.



Sergio Herrada Ruiz