29 septiembre 2010

Mi nuevo blog

Bueno, después de años sin actualizar (a excepción de la subida del vídeo de Noé), he decidido volver a escribir pero he preferido empezar de nuevo, en un nuevo blog.

Hace poco más de 2 semanas que está abierto pero ya cuenta con 5 críticas y la idea es mantener ese ritmo, así que bueno, espero que me sigan también en mi nueva aventura:

Enlace directo: Sangre, sudor... y cine


Saludos!

14 abril 2009

Placebo - Protege Moi (Uncensored) by Gaspar Noé



L'enfant terrible del cine galo (aunque nacido en Buenos Aires), Gaspar Noé, volviendo a hacer de las suyas en el videoclip de Placebo "Protege moi", ambientando la acción en medio de una orgía llena de drogas...

03 mayo 2006

BAFF 8ª Edición - 2ª Jornada - Big River, Joni's Promise, Invisible Waves



Crónica día anterior

Comenzaba la segunda jornada del festival con el listón muy alto, el recuerdo de la última joya de Hou Hsiao-Hsien todavía permanecía en mi cabeza, pero el hecho de ir a ver una producción de Office Kitano parecía que permitiría mantener el nivel. Para mi desgracia, no fue así...




"Big River" dirigida por Atsushi Funahashi, un japonés afincado en Nueva York, y producida por Takeshi Kitano, fue la primera sesión del día.
En ella se nos cuenta la historia de 3 personajes que deambulan perdidos por el desierto de Arizona, un japonés que está de viaje (Joe Adagiri), un pakistaní que busca a su mujer (Kavi Raz) y una americana que vive en una caravana y sólo busca alguien que le saque de ahí (Chloe Snyder). Juntos, cruzarán el desierto en coche, se conocerán y se ayudarán mutuamente, hasta que las diferencias raciales y los problemas psicológicos que acarrean empiecen a hacer mella en su relación.

La película que pretende ser una reflexión sobre como ha cambiado la sociedad americana después de los hechos del 11-S, está bien dirigida e interpretada pero tiene dos grandes problemas que no logra superar. El primero es únicamente artístico, su guión. Introducir un personaje árabe desconfiado y que apenas habla inglés para hablar de la incomunicación y del recelo ante los inmigrantes es demasiado obvio, acaba cayendo en lugares comunes (ese policía que les interroga sólo por no parecer de ahí) y le acaba pasando factura el calco a la forma de narrar de Jim Jarmusch.

El segundo problema es más circunstancial. Al acudir a un festival de cine asiático esperas encontrarte cualquier cosa excepto un filme independiente americano al uso, correcto pero nada sorprendente, que acaba generando una gran sensación de deshubicación. En cualquier otro evento, este hecho hubiese quedado paliado pero en el BAFF no, si a esto se le suma el nombre de su productor, el resultado no puede ser más que decepcionante.




Después llegó el turno de "Joni's Promise" (Janji Joni), ópera prima del indonés Joko Anwar que gira alrededor de Joni (Nicholas Saputra), un joven que trabaja como repartidor de rollos de película en Yakarta, pero los cines de dicha localidad, para abaratar costes, comparten los rollos, así que Joni pasa las horas recorriendo la ciudad en su motocicleta, de sala en sala, para que todos puedan proyectar el filme sin pausas. Aunque su trabajo se complicará mucho, el mismo día que se decide a conquistar una chica...

Si la anterior propuesta del día imitaba el cine indie americano, ésta parece hacer lo propio con lo peor de la comedia (romántica) para adolescentes de los años ochenta. Personajes planos, situaciones absurdas, una banda sonora repleta de canciones rock que en lugar de acompañar las imágenes las saturan por completo, etc.
Aún así, son de agradecer ciertos detalles (todos en su tramo inicial) relacionados con el mundo del cine que resultan bastante simpáticos, aunque rápidamente se olvidan.
Una lástima, pues sobre el papel, parecía que este largometraje sería mucho más interesante y que conjugaría, al igual que la espléndida "Citizen Dog (Mah Nakorn)", exotismo kitsch y crítica social.
Definitivamente, la peor película vista por el momento en el festival.




Finalmente, la jornada acabó con "Invisible Waves", último filme hasta la fecha de Pen-ek Ratanaruang, una coproducción entre Tailandia, Holanda, Hong Kong y Corea del Sur, fotografiada por el siempre espléndido Christopher Doyle y, a priori, uno de los platos fuertes del BAFF 2006.

Kyoji (Tadanobu Asano) es un inmigrante japonés que trabaja como cocinero, su jefe le pide que asesine a su esposa y así lo hace, sin importarle que ella además sea su amante. Una vez cometido el crimen, se embarca rumbo a Phuket para esperar que se calmen las cosas pero en el barco los problemas no harán sino que empeorar.

La película, un thriller noir en toda regla, funciona también como viaje emocional del protagonista que carga con el sentimiento de culpa durante todo el filme. Sus movimientos no parecen propios, desde el inicio del filme parece ser empujado por las olas invisibles del título que lo mueven y lo zarandean de un lugar a otro y que le impiden avanzar y seguir adelante con su vida, para mostrarlo es elemental la interpretación de Asano que refuerza el tono onírico de algunos momentos del largometraje, como las secuencias dentro del barco (y que ocupan media película) que forman parte del estado mental de Kyoji que necesita redimirse de su pecado.

Una propuesta madura y compleja con varios niveles de lectura más allá del filme de venganza y traición que plantea la sinopsis.



Sergio Herrada Ruiz


29 abril 2006

BAFF 8ª Edición - 1ª Jornada - Three Times



Parece que fue ayer cuando vi "The Taste of Tea" de Katsuhito Ishii que acabó llevándose el premio del público en la 7ª edición del BAFF y que significó, para mi, la despedida del Festival de ese año. Y ya estamos de nuevo, vuelve el BAFF, vuelve el buen cine, vuelve el cine más original y, como no, también vuelve el hiperactivo Asano (este año con 3 propuestas).

En un festival de cine, si hay algo muy importante (a parte de premios, famosos y películas) es la sesión inaugural, ya que con ella se marca el ritmo de lo que vendrá después y es algo que parece que la organización del BAFF sabe muy bien. Si el año pasado se abría con la espléndida "Nadie sabe" de Hirokazu Koreeda, para esta edición han elegido otra no menos magnífica, "Three Times", la última película del maestro Hou Hsiao-hsien, una propuesta completamente libre e hipnótica, un filme magistralmente rodado e interpretado que sabe utilizar los recursos sonoros de los que dispone y que engancha al espectador durante más de dos horas seguidas, lo cual no es poco.




La historia de "Three Times" narra tres historias de amor que transcurren en tres épocas diferentes y siempre interpretadas por la misma pareja protagonista, Shu Qi y Chang Chen. En principio cada historia debía ser dirigida por un director diferente aunque finalmente se encargó Hsiao-hsien de las tres.

La primera historia de amor nos transporta hasta el Taipei de 1966, el "Tiempo del amor" según la película y el fragmento del largometraje más autobiográfico según su director. Una romántica historia que se fragua en las salas de billares de la época, entre una trabajadora de un local y un joven que se acaba de alistar en el ejército.

El autor de "El maestro de marionetas" utiliza magistralmente la música de la época (llena de grandes éxitos americanos) para explicarnos lo que sienten los personajes en cada momento y nos muestra su enamoramiento como si fuera una gran partida de billar a tres bandas.
Comienza el filme con una carambola sobre una mesa de billar y por carambola se conocen también el militar que interpreta Chang Chen y la empleada con el rostro de Shu Qi. Él llega al establecimiento para encontrarse con la anterior trabajadora pero ésta ya no trabaja ahí y en su puesto está ahora May (Shu Qi). Es su última noche antes de la llamada a filas, así que decide quedarse a jugar hasta que sea la hora de marchar. Cuando se despiden, él promete escribirle y eso es lo que hará durante los sucesivos meses pero, cuando vuelve de permiso, May ya no trabaja tampoco ahí.

Para encontrarla deberá ir recorriendo todos los lugares por donde ella a trabajado o vivido, rebotando de un lugar a otro, hasta que finalmente la encuentra en otro local. Ha perdido prácticamente todo su tiempo en la búsqueda pero aún pueden compartir esa noche antes de que él vuelva a la base.

El colorido y la alegría de estos jóvenes marca todo el episodio que acabará resultando el más esperanzador de los tres.




El siguiente episodio está ambientado en el Taiwán de 1911, durante su ocupación japonesa, "Tiempo de libertad" que le llama el director chino, una libertad que ansía tanto el pueblo como la prostituta que interpreta Shu Qi de nuevo.

Ante la dificultad de que los intérpretes aprendieran a hablar el chino de la época, Hsiao-hsien decidió hacer este fragmento como si fuera cine mudo. Prácticamente toda la acción transcurre casi inamovible en una única habitación para dar más sensación de aprisionamiento y con largos planos secuencia que únicamente son rotos por las pantallas de diálogos.

Esta vez seguimos la vida de una protituta que vive en un local de alterne mientras espera que uno de sus adinerados amantes le dé la libertad convirtiéndola en su concubina. Es tiempo de represión, de convencionalismos y de ocultar sentimientos, algo que el director sabe mostrar a la perfección apoyado por la apuesta estilística de omitir la voz de sus personajes.




Y del hermético silencio del anterior episodio pasamos al histérico sonido del superpoblado Taipei de la actualidad, "Tiempo de juventud", es decir, tiempo de experimentación sexual, de egoísmo y de comenter errores.

Toda la propuesta del autor chino es una lograda metáfora de como el tiempo en el que se vive influye en la manera de relacionarnos y de amarnos, hemos pasado de los prostíbulos a los salones de juego y de ahí a internet y a las discotecas, pero no sólo ha cambiado eso, también se han ampliado las opciones sexuales, es por eso que ahora la historia nos muestra a tres personajes, una lesbiana, una bisexual y un heterosexual.

Durante todo el episodio tenemos un constante sonido externo (ya sean vehículos, personas, música) que nos provoca la sensación de caos y de desorientación vital en la que viven los personajes (y en la que vivimos la gran mayoría de urbanitas), rodado todo con pulso nervioso y a ritmo de música electrónica que nos retrotrae, estilística y argumentalmente, a otra obra suya, "Millenium Mambo".




Como decía al principio, han pretendido con esta proyección empezar con buen nivel, ahora esperemos que no hayan puesto el listón demasiado alto...

Sergio Herrada Ruiz

Crónica día siguiente

26 abril 2006

BAFF (Barcelona Asian Film Festival) - 8ª Edición - Del 28 de abril al 7 de mayo del 2006



Llega el BAFF un año más a Barcelona y con él, toda una serie de películas de difícil exhibición en nuestro pais, con lo que este Festival se convierte en una oportunidad única para verlas en pantalla grande.

Para más información, Web Oficial


A partir del día de inicio, este blog se convertirá en una crónica diaria de dicho acontecimiento, así que permaneced atentos.



Día 1 - Three Times

Día 2 - Big River, Joni's Promise, Invisible Waves

19 abril 2006

ALLEGRO (Christoffer Boe, 2005)



Enlace directo a Crítica de Recontruction (Christoffer Boe, 2003)

A medida que crecemos, vamos adquiriendo todo tipo de vivencias. Tenemos alegrías, bastantes desengaños y conocemos a personas que, la gran mayoría de las veces, acabarán por hacernos daño. Aún así, seguimos jugando al juego de la vida aunque más de una vez deseemos poder eliminar, por una vez, todo atisbo de emoción y sentimentalismo de nuestras vidas o borrar completamente el recuerdo de una persona.

Hace un par de años, Michel Gondry planteaba de forma magistral algo parecido en la excelente "¡Olvídate de mi!" (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004), donde una máquina era capaz de eliminar una persona (y todo lo que se experimentó a su lado) de la memoria. Pero, en lugar de hacer más felices a las personas, sólo servía para que volvieran a cometer los mismos errores (y enamorarse de las mismas personas, claro), planteando así, un debate sobre el destino y la fuerza del amor (verdadero).

Ahora, el danés Christoffer Boe parece recoger el testigo y basa el punto de partida de su última película en este interesante "What if", aunque con unos intereses totalmente diferentes...




Zetterström (Ulrich Thomsen) es un brillante pianista. Su incapacidad de aceptar sus errores le ha llevado a una auto-superación constante que no le deja amar otra cosa que no sea su música. Debido a ello, su novia Andrea (Helena Christensen) le abandona.
Ante tal perdida, Zetterström opta por esconder en lo más profundo de si mismo todo lo vivido hasta entonces, olvidando su pasado y centrándose (aún más) en su carrera.

Diez años después, Zetterström ha alcanzado la fama como músico, vive en América y no ha vuelto a Copenhague, su ciudad natal, desde entonces, por lo que desconoce que sus recuerdos, lejos de permanecer enterrados en su interior, han optado por vivir libremente en "La Zona", un misterioso lugar al que nadie puede acceder (y por lo tanto nadie sabe lo que se encuentra ahí) y que ocupa un amplio territorio de la capital danesa.

Cuando Zetterström regresa con motivo de un concierto, entra en escena Tom (Henning Moritzen), un misterioso personaje que le dará a conocer "La Zona", dándose cuenta así que ha olvidado gran parte de su vida, aunque quizás ya sea tarde para recuperar lo perdido...




El director reincide en varias ideas ya expuestas en "Reconstruction" (2003), su ópera prima, aunque esta vez lo hacen acompañadas de un concepto prestado de una conocida película a la que es imposible obviar, "Stalker" (Andrei Tarkovski, 1979), creando así un ejercicio cinematográfico multireferencial.

Al igual que en la obra del maestro ruso, aparece "La Zona", un lugar temido por algunos y desconocido para todos, un laberíntico territorio que cambia a cada paso (que mejor lugar para los recuerdos que una ciudad esquiva, pues ellos mismo lo son) y que impide pasar dos veces por un mismo sitio. Una trampa conceptual en la que al final, después de un largo sufrimiento y gracias a la Fé (Fé en su propia existencia en el caso de Stalker, Fé en los demás y en uno mismo en el caso de Allegro), nos aguarda lo que más ansiamos conseguir.

Por suerte, sólo roba de Tarkovski dicho elemento y no se siente tentado a jugar con la dilatación del tiempo y/o del espacio, resultando una obra igualmente hipnótica y que, como su propio nombre indica (Allegro es un término musical que indica que la pieza tendrá un ritmo rápido), avanza rauda pues, como nos recuerdan en el filme, el tiempo no se detiene.




Según Christoffer Boe, el ser humano no puede ser feliz sin recuerdos ni emociones. De hecho, Zetterström lo único que consigue borrando su pasado es encubrir lo infeliz que es en realidad, aunque para darse cuenta de ello necesite la figura de Tom, una especie de demiurgo platónico (según Platón el demiurgo era la entidad que, sin ser creadora, impulsaba el universo, en oposición al demiurgo gnóstico que se encontraba en Reconstruction, un ser malvado que creaba el mundo y aprisionaba al protagonista en él) que decide tomar partido por el sufrido músico y ayudarle, por medio del sufrimiento y la confrontación, a ver la luz (otro concepto platónico).

Tom es el completo opuesto al personaje del escritor de Reconstruction, mientras uno escribe las vidas (y sus trampas) de los demás, el otro se dedica a leer y almacenar los libros vitales de cada uno (los libros son la memoria colectiva, dice en la película). Mientras August (el escritor) decide castigar al amante de su esposa, Tom prefiere perdonar a Zetterström por sus pecados, etc.
Ambos juegan con las vidas ajenas y parecen ser las dos caras de una misma moneda, aunque moralmente sean completamente distintos.

Las preocupaciones de su autor siguen inmutables, sigue interesado en contarnos como el amor (o la falta de) cambia nuestro mundo, como el hombre debería atreverse a afrontar sus sentimientos (al contrario que la mujer, que en su cine siempre tiene muy claro lo que quiere) y a confiar en los demás (sólo así, parece decirnos Boe, alcanzaremos la felicidad). Toda una cuestión de principios que, a la espera de ver su nueva película "Offscreen", tomaremos como base para entender su cine, un cine romántico (y siempre en clave fantástico) libre que lo convierten en uno de los directores más interesantes del panorama danés actual.





Sergio Herrada Ruiz

08 abril 2006

V de Vendetta (V for Vendetta, James McTeigue, 2005)



"Remember, remember the 5th of november..."

Con esta referencia al 5 de noviembre de 1605 (fecha en la que el inglés Guy Fawkes trató de destruir el Parlamento de Londres y de asesinar al rey Jaime I), comienza la polémica adaptación de la no menos polémica novela gráfica, V de Vendetta.

Creado por Alan Moore y David Lloyd y escrito en plena era Tatcher, el "comic book" fantaseaba con un futuro distópico bastante próximo donde Inglaterra, después de la 3ª Guerra Mundial, caía en un régimen totalitario, ultraderechista y fascista, donde la libertad de expresión brillaba por su ausencia, las cámaras de seguridad, las escuchas y un férreo cuerpo de seguridad controlaban a sus ciudadanos y donde se creaban campos de concentración y exterminio para gente "diferente" (gays, negros, activistas políticos, etc.). Era entonces cuando entraba en escena V, un terrorista enmascarado con la careta de Fawkes que pretendía abolir toda forma de represión y acabar lo que Guy hubiese querido hacer tres siglos atrás, aunque V tenía también un motivo más oscuro...

Un argumento "peligroso" que de no venir de un cómic (o camuflado en lo que muchos creerán una película más de superhéroes), podría haber levantado mucha más polvoreda, sobretodo en estos tiempos donde la palabra terrorismo o lucha armada provoca sarpullidos a más de uno.




Hasta el momento, las adaptaciones a pantalla grande de la magnífica y valiente obra de Moore no habían encontrado una forma (digámoslo suavemente) satisfactoria de trasladarse a la pantalla. Por un lado, "Desde el infierno" (From Hell, Albert y Allen Hughes, 2001) había resultado excesivamente fría (aunque bien ambientada) y por el otro, "La liga de los hombres extraordinarios" (The League of Extraordinary Gentlemen, Stephen Norrington, 2003) y "Constantine" (Francis Lawrence, 2005) apenas guardaban relación con el cómic original (cosa que hizo entrar en cólera a su creador, por lo que a partir de ahora su nombre nunca volverá a aparecer en ninguna adaptación de un texto suyo), así que, de entrada, la noticia del rodaje de V de Vendetta se cogió con más desilusión (y rabia) que alegría.

Por suerte para todos, el largometraje de McTeigue es una propuesta adulta, compleja y que, pese a sus modificaciones (algunas de muy significativas), es totalmente fiel al espíritu y al ideario anárquico de Moore.




La película, ópera prima de James McTeigue, ha contado con un excelente libreto, escrito por los hermanos Wachowski (también productores), que ha sabido concentrar las numerosas subtramas del original y reducirlas a cuatro líneas argumentales (la venganza de V, los intentos del líder y sus hombres por detenerlo, la investigación policial y la historia de Evey), evitando así la desorientación que, a veces, provocaba el cómic.

Aunque éste no ha sido el único cambio provocado por la reescritura, Evey ya no es una jovencita inocente y confiada, su conversión es mucho más gradual y todo, en esta subtrama, resulta más convincente. También se ha creado un nuevo personaje, una nueva "voz del destino" interpretado por Stephen Fry que acaba resultando de lo más interesante y conseguido del filme.
Con todo esto y pese a que, en líneas generales, las modificaciones introducidas sean un acierto en su mayor parte, el desenlace de la película (demasiado utópico y optimista) y el empeño de resaltar la homosexualidad como motivo de marginación de entre todos los demás factores, hacen que el largometraje pierda un poco de fuelle en su segunda mitad.




Es de agradecer que McTeigue se haya olvidado de los tics adquiridos por el cine de acción actual después de la muy influenciante trilogía creada por sus mecenas y que las pocas escenas de acción estén resueltas sin demasiados efectos, sin epatar al espectador y completamente al servicio de la historia y de sus personajes. Cosa que sabe aprovechar todo el reparto para realizar unas interpretaciones sin fisuras, desde un contenido Stephen Fry, pasando por una entregada Natalie Portman y hasta llegar a un estupendo Hugo Weaving que consigue que veamos al personaje que hay detrás del disfraz únicamente por medio de la voz y el gesto.

En definitiva, un encomiable trabajo en equipo que ha dado como resultado ser la mejor adaptación hecha de un cómic de Alan Moore.





Sergio Herrada Ruiz