29 abril 2006

BAFF 8ª Edición - 1ª Jornada - Three Times



Parece que fue ayer cuando vi "The Taste of Tea" de Katsuhito Ishii que acabó llevándose el premio del público en la 7ª edición del BAFF y que significó, para mi, la despedida del Festival de ese año. Y ya estamos de nuevo, vuelve el BAFF, vuelve el buen cine, vuelve el cine más original y, como no, también vuelve el hiperactivo Asano (este año con 3 propuestas).

En un festival de cine, si hay algo muy importante (a parte de premios, famosos y películas) es la sesión inaugural, ya que con ella se marca el ritmo de lo que vendrá después y es algo que parece que la organización del BAFF sabe muy bien. Si el año pasado se abría con la espléndida "Nadie sabe" de Hirokazu Koreeda, para esta edición han elegido otra no menos magnífica, "Three Times", la última película del maestro Hou Hsiao-hsien, una propuesta completamente libre e hipnótica, un filme magistralmente rodado e interpretado que sabe utilizar los recursos sonoros de los que dispone y que engancha al espectador durante más de dos horas seguidas, lo cual no es poco.




La historia de "Three Times" narra tres historias de amor que transcurren en tres épocas diferentes y siempre interpretadas por la misma pareja protagonista, Shu Qi y Chang Chen. En principio cada historia debía ser dirigida por un director diferente aunque finalmente se encargó Hsiao-hsien de las tres.

La primera historia de amor nos transporta hasta el Taipei de 1966, el "Tiempo del amor" según la película y el fragmento del largometraje más autobiográfico según su director. Una romántica historia que se fragua en las salas de billares de la época, entre una trabajadora de un local y un joven que se acaba de alistar en el ejército.

El autor de "El maestro de marionetas" utiliza magistralmente la música de la época (llena de grandes éxitos americanos) para explicarnos lo que sienten los personajes en cada momento y nos muestra su enamoramiento como si fuera una gran partida de billar a tres bandas.
Comienza el filme con una carambola sobre una mesa de billar y por carambola se conocen también el militar que interpreta Chang Chen y la empleada con el rostro de Shu Qi. Él llega al establecimiento para encontrarse con la anterior trabajadora pero ésta ya no trabaja ahí y en su puesto está ahora May (Shu Qi). Es su última noche antes de la llamada a filas, así que decide quedarse a jugar hasta que sea la hora de marchar. Cuando se despiden, él promete escribirle y eso es lo que hará durante los sucesivos meses pero, cuando vuelve de permiso, May ya no trabaja tampoco ahí.

Para encontrarla deberá ir recorriendo todos los lugares por donde ella a trabajado o vivido, rebotando de un lugar a otro, hasta que finalmente la encuentra en otro local. Ha perdido prácticamente todo su tiempo en la búsqueda pero aún pueden compartir esa noche antes de que él vuelva a la base.

El colorido y la alegría de estos jóvenes marca todo el episodio que acabará resultando el más esperanzador de los tres.




El siguiente episodio está ambientado en el Taiwán de 1911, durante su ocupación japonesa, "Tiempo de libertad" que le llama el director chino, una libertad que ansía tanto el pueblo como la prostituta que interpreta Shu Qi de nuevo.

Ante la dificultad de que los intérpretes aprendieran a hablar el chino de la época, Hsiao-hsien decidió hacer este fragmento como si fuera cine mudo. Prácticamente toda la acción transcurre casi inamovible en una única habitación para dar más sensación de aprisionamiento y con largos planos secuencia que únicamente son rotos por las pantallas de diálogos.

Esta vez seguimos la vida de una protituta que vive en un local de alterne mientras espera que uno de sus adinerados amantes le dé la libertad convirtiéndola en su concubina. Es tiempo de represión, de convencionalismos y de ocultar sentimientos, algo que el director sabe mostrar a la perfección apoyado por la apuesta estilística de omitir la voz de sus personajes.




Y del hermético silencio del anterior episodio pasamos al histérico sonido del superpoblado Taipei de la actualidad, "Tiempo de juventud", es decir, tiempo de experimentación sexual, de egoísmo y de comenter errores.

Toda la propuesta del autor chino es una lograda metáfora de como el tiempo en el que se vive influye en la manera de relacionarnos y de amarnos, hemos pasado de los prostíbulos a los salones de juego y de ahí a internet y a las discotecas, pero no sólo ha cambiado eso, también se han ampliado las opciones sexuales, es por eso que ahora la historia nos muestra a tres personajes, una lesbiana, una bisexual y un heterosexual.

Durante todo el episodio tenemos un constante sonido externo (ya sean vehículos, personas, música) que nos provoca la sensación de caos y de desorientación vital en la que viven los personajes (y en la que vivimos la gran mayoría de urbanitas), rodado todo con pulso nervioso y a ritmo de música electrónica que nos retrotrae, estilística y argumentalmente, a otra obra suya, "Millenium Mambo".




Como decía al principio, han pretendido con esta proyección empezar con buen nivel, ahora esperemos que no hayan puesto el listón demasiado alto...

Sergio Herrada Ruiz

Crónica día siguiente

26 abril 2006

BAFF (Barcelona Asian Film Festival) - 8ª Edición - Del 28 de abril al 7 de mayo del 2006



Llega el BAFF un año más a Barcelona y con él, toda una serie de películas de difícil exhibición en nuestro pais, con lo que este Festival se convierte en una oportunidad única para verlas en pantalla grande.

Para más información, Web Oficial


A partir del día de inicio, este blog se convertirá en una crónica diaria de dicho acontecimiento, así que permaneced atentos.



Día 1 - Three Times

Día 2 - Big River, Joni's Promise, Invisible Waves

19 abril 2006

ALLEGRO (Christoffer Boe, 2005)



Enlace directo a Crítica de Recontruction (Christoffer Boe, 2003)

A medida que crecemos, vamos adquiriendo todo tipo de vivencias. Tenemos alegrías, bastantes desengaños y conocemos a personas que, la gran mayoría de las veces, acabarán por hacernos daño. Aún así, seguimos jugando al juego de la vida aunque más de una vez deseemos poder eliminar, por una vez, todo atisbo de emoción y sentimentalismo de nuestras vidas o borrar completamente el recuerdo de una persona.

Hace un par de años, Michel Gondry planteaba de forma magistral algo parecido en la excelente "¡Olvídate de mi!" (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004), donde una máquina era capaz de eliminar una persona (y todo lo que se experimentó a su lado) de la memoria. Pero, en lugar de hacer más felices a las personas, sólo servía para que volvieran a cometer los mismos errores (y enamorarse de las mismas personas, claro), planteando así, un debate sobre el destino y la fuerza del amor (verdadero).

Ahora, el danés Christoffer Boe parece recoger el testigo y basa el punto de partida de su última película en este interesante "What if", aunque con unos intereses totalmente diferentes...




Zetterström (Ulrich Thomsen) es un brillante pianista. Su incapacidad de aceptar sus errores le ha llevado a una auto-superación constante que no le deja amar otra cosa que no sea su música. Debido a ello, su novia Andrea (Helena Christensen) le abandona.
Ante tal perdida, Zetterström opta por esconder en lo más profundo de si mismo todo lo vivido hasta entonces, olvidando su pasado y centrándose (aún más) en su carrera.

Diez años después, Zetterström ha alcanzado la fama como músico, vive en América y no ha vuelto a Copenhague, su ciudad natal, desde entonces, por lo que desconoce que sus recuerdos, lejos de permanecer enterrados en su interior, han optado por vivir libremente en "La Zona", un misterioso lugar al que nadie puede acceder (y por lo tanto nadie sabe lo que se encuentra ahí) y que ocupa un amplio territorio de la capital danesa.

Cuando Zetterström regresa con motivo de un concierto, entra en escena Tom (Henning Moritzen), un misterioso personaje que le dará a conocer "La Zona", dándose cuenta así que ha olvidado gran parte de su vida, aunque quizás ya sea tarde para recuperar lo perdido...




El director reincide en varias ideas ya expuestas en "Reconstruction" (2003), su ópera prima, aunque esta vez lo hacen acompañadas de un concepto prestado de una conocida película a la que es imposible obviar, "Stalker" (Andrei Tarkovski, 1979), creando así un ejercicio cinematográfico multireferencial.

Al igual que en la obra del maestro ruso, aparece "La Zona", un lugar temido por algunos y desconocido para todos, un laberíntico territorio que cambia a cada paso (que mejor lugar para los recuerdos que una ciudad esquiva, pues ellos mismo lo son) y que impide pasar dos veces por un mismo sitio. Una trampa conceptual en la que al final, después de un largo sufrimiento y gracias a la Fé (Fé en su propia existencia en el caso de Stalker, Fé en los demás y en uno mismo en el caso de Allegro), nos aguarda lo que más ansiamos conseguir.

Por suerte, sólo roba de Tarkovski dicho elemento y no se siente tentado a jugar con la dilatación del tiempo y/o del espacio, resultando una obra igualmente hipnótica y que, como su propio nombre indica (Allegro es un término musical que indica que la pieza tendrá un ritmo rápido), avanza rauda pues, como nos recuerdan en el filme, el tiempo no se detiene.




Según Christoffer Boe, el ser humano no puede ser feliz sin recuerdos ni emociones. De hecho, Zetterström lo único que consigue borrando su pasado es encubrir lo infeliz que es en realidad, aunque para darse cuenta de ello necesite la figura de Tom, una especie de demiurgo platónico (según Platón el demiurgo era la entidad que, sin ser creadora, impulsaba el universo, en oposición al demiurgo gnóstico que se encontraba en Reconstruction, un ser malvado que creaba el mundo y aprisionaba al protagonista en él) que decide tomar partido por el sufrido músico y ayudarle, por medio del sufrimiento y la confrontación, a ver la luz (otro concepto platónico).

Tom es el completo opuesto al personaje del escritor de Reconstruction, mientras uno escribe las vidas (y sus trampas) de los demás, el otro se dedica a leer y almacenar los libros vitales de cada uno (los libros son la memoria colectiva, dice en la película). Mientras August (el escritor) decide castigar al amante de su esposa, Tom prefiere perdonar a Zetterström por sus pecados, etc.
Ambos juegan con las vidas ajenas y parecen ser las dos caras de una misma moneda, aunque moralmente sean completamente distintos.

Las preocupaciones de su autor siguen inmutables, sigue interesado en contarnos como el amor (o la falta de) cambia nuestro mundo, como el hombre debería atreverse a afrontar sus sentimientos (al contrario que la mujer, que en su cine siempre tiene muy claro lo que quiere) y a confiar en los demás (sólo así, parece decirnos Boe, alcanzaremos la felicidad). Toda una cuestión de principios que, a la espera de ver su nueva película "Offscreen", tomaremos como base para entender su cine, un cine romántico (y siempre en clave fantástico) libre que lo convierten en uno de los directores más interesantes del panorama danés actual.





Sergio Herrada Ruiz

08 abril 2006

V de Vendetta (V for Vendetta, James McTeigue, 2005)



"Remember, remember the 5th of november..."

Con esta referencia al 5 de noviembre de 1605 (fecha en la que el inglés Guy Fawkes trató de destruir el Parlamento de Londres y de asesinar al rey Jaime I), comienza la polémica adaptación de la no menos polémica novela gráfica, V de Vendetta.

Creado por Alan Moore y David Lloyd y escrito en plena era Tatcher, el "comic book" fantaseaba con un futuro distópico bastante próximo donde Inglaterra, después de la 3ª Guerra Mundial, caía en un régimen totalitario, ultraderechista y fascista, donde la libertad de expresión brillaba por su ausencia, las cámaras de seguridad, las escuchas y un férreo cuerpo de seguridad controlaban a sus ciudadanos y donde se creaban campos de concentración y exterminio para gente "diferente" (gays, negros, activistas políticos, etc.). Era entonces cuando entraba en escena V, un terrorista enmascarado con la careta de Fawkes que pretendía abolir toda forma de represión y acabar lo que Guy hubiese querido hacer tres siglos atrás, aunque V tenía también un motivo más oscuro...

Un argumento "peligroso" que de no venir de un cómic (o camuflado en lo que muchos creerán una película más de superhéroes), podría haber levantado mucha más polvoreda, sobretodo en estos tiempos donde la palabra terrorismo o lucha armada provoca sarpullidos a más de uno.




Hasta el momento, las adaptaciones a pantalla grande de la magnífica y valiente obra de Moore no habían encontrado una forma (digámoslo suavemente) satisfactoria de trasladarse a la pantalla. Por un lado, "Desde el infierno" (From Hell, Albert y Allen Hughes, 2001) había resultado excesivamente fría (aunque bien ambientada) y por el otro, "La liga de los hombres extraordinarios" (The League of Extraordinary Gentlemen, Stephen Norrington, 2003) y "Constantine" (Francis Lawrence, 2005) apenas guardaban relación con el cómic original (cosa que hizo entrar en cólera a su creador, por lo que a partir de ahora su nombre nunca volverá a aparecer en ninguna adaptación de un texto suyo), así que, de entrada, la noticia del rodaje de V de Vendetta se cogió con más desilusión (y rabia) que alegría.

Por suerte para todos, el largometraje de McTeigue es una propuesta adulta, compleja y que, pese a sus modificaciones (algunas de muy significativas), es totalmente fiel al espíritu y al ideario anárquico de Moore.




La película, ópera prima de James McTeigue, ha contado con un excelente libreto, escrito por los hermanos Wachowski (también productores), que ha sabido concentrar las numerosas subtramas del original y reducirlas a cuatro líneas argumentales (la venganza de V, los intentos del líder y sus hombres por detenerlo, la investigación policial y la historia de Evey), evitando así la desorientación que, a veces, provocaba el cómic.

Aunque éste no ha sido el único cambio provocado por la reescritura, Evey ya no es una jovencita inocente y confiada, su conversión es mucho más gradual y todo, en esta subtrama, resulta más convincente. También se ha creado un nuevo personaje, una nueva "voz del destino" interpretado por Stephen Fry que acaba resultando de lo más interesante y conseguido del filme.
Con todo esto y pese a que, en líneas generales, las modificaciones introducidas sean un acierto en su mayor parte, el desenlace de la película (demasiado utópico y optimista) y el empeño de resaltar la homosexualidad como motivo de marginación de entre todos los demás factores, hacen que el largometraje pierda un poco de fuelle en su segunda mitad.




Es de agradecer que McTeigue se haya olvidado de los tics adquiridos por el cine de acción actual después de la muy influenciante trilogía creada por sus mecenas y que las pocas escenas de acción estén resueltas sin demasiados efectos, sin epatar al espectador y completamente al servicio de la historia y de sus personajes. Cosa que sabe aprovechar todo el reparto para realizar unas interpretaciones sin fisuras, desde un contenido Stephen Fry, pasando por una entregada Natalie Portman y hasta llegar a un estupendo Hugo Weaving que consigue que veamos al personaje que hay detrás del disfraz únicamente por medio de la voz y el gesto.

En definitiva, un encomiable trabajo en equipo que ha dado como resultado ser la mejor adaptación hecha de un cómic de Alan Moore.





Sergio Herrada Ruiz

02 abril 2006

Citizen Dog (Mah Nakorn, Wisit Sasanatieng, 2004)



Existen películas que tienen la capacidad de perdurar en nuestra memoria ya sea por los sentimientos que nos provoca el verlas, porque sentimos la necesidad de analizarlas con más profundidad, porque nos atrapa su historia y/o sus personajes, porque no podemos sacarnos su melodía de la cabeza, etc.
El último y fascinante filme de Wisit Sasanatieng tiene dicha habilidad. Su crítica social disfrazada de comedia romántica nos arrolla desde un principio con su colorido y con las vicisitudes de sus carismáticos personajes y ya no nos suelta hasta que desaparece la última letra de los "end credits".




El argumento, en apariencia sencillo, gira alrededor de Pod, un joven que abandona su pueblo para ir a trabajar a Bangkok. En la gran ciudad, se relacionará con una variada gama de personas a cada cual más excéntrica e intentará conquistar (como el resto) al gran amor de su vida.

El director de "Las lágrimas del tigre negro" reincide en el colorido kitsch y en una poderosa imaginería visual (cosa que ha hecho que se la equipare injustamente a Amélie, un gran error pues Jeunet lo utiliza para darle el toque de cuento necesario a su historia y Sasanatieng para esconder la crítica inherente a ella) en su segunda propuesta ante las camaras y el resultado no ha podido ser más satisfactorio, una historia llena de dobles lecturas y de personajes que merecerían ser los protagonistas absolutos de cualquier otra película.




El mensaje más obvio es el contraste entra la felicidad y paz del mundo rural y el stress y el ritmo de vida urbano que nos imponen las grandes urbes (un hecho que se encargan de repetir los directores tailandeses en prácticamente toda su filmografía). Todos andan perdidos en la gran ciudad, ellas absortas en falsos sueños que las ciegan y no les permiten ver lo que tienen y ellos tratando de alcanzarlas inútilmente. Se comunican, se dicen lo que piensan pero no se llegan a entender. Un poco, la universal historia romántica vista infinidad de veces pero que en manos del director tailandés se convierte en un prodigio de originalidad gracias a unas subtramas muy peculiares donde encontramos, además, las restantes críticas sociales.

Nada se salva de la quema, las modas pasajeras, el consumismo, el reciclaje, el sistema de trabajo en las grandes empresas, la industrialización (con un sketch muy en la línea del Chaplin de Tiempos Modernos), la incomunicación en la sociedad actual y dentro de la era de las grandes comunicaciones, la educación, etc. Todo forma parte de la llamada de atención global que hace el autor al espectador, aunque de todas ellas, merece destacarse (y que prácticamente resume todo lo anterior dicho) la que surge a partir de la relación entre Mam y Tongchai, una niña y su peluche.




Mam es una niña que se cree adulta (de hecho hasta fuma) debido al desinterés de sus padres hacia ella que la tratan como tal (esa estupida corriente actual de tratar a los niños como si fuesen adultos) y que pretenden demostrar su amor regalándole todo tipo de muñecas y artilugios. El único que la quiere y la comprende es Tongchai, su osito de peluche, un juguete con vida propia (también fuma y bebe para olvidar) que se desvive por ella y que la consuela día tras día. Ella normalmente le responde con desprecio (tampoco le han enseñado otra forma de amar) y se desquita yéndose de compras diariamente (así entran en la vida de Pod que en ese momento es taxista). Separados por un teléfono móvil (el último regalo que le han hecho a Mam y desde entonces su único medio de comunicación), la única manera que encontrará Tongchai para recuperarla será hacerse con otro, ahora podrán vivir felices juntos mientras se hablan, desde escasos centímetros, mediante dicho artilugio.

Pocas veces me he reído tanto viendo un filme mientras subliminalmente se cargaban todos los tics adquiridos por la sociedad del bienestar.

Las cosas se pueden decir más alto pero no más claro y a Wisit Sasanatieng no le hace falta alzar la voz para dejar clara su postura, el resto (hacerle caso o no) ya depende de nosotros, el problema está en la posibilidad de que el malacostumbrado espectador se quede en la forma y no en el fondo (y luego se digan cosas, repito, como que nos encontramos ante la Amélie tailandesa pasada por el filtro de Almodóvar, si es que hay algunos críticos a los que se les tendría que dar de comer aparte).

En definitiva, una nueva muestra del magnífico trabajo que se hace en Oriente, sin ataduras, original y a contracorriente.
Un cine social envuelto en papel de caramelo pero mucho más real que el falso realismo que tenemos por estos lares.





Sergio Herrada Ruiz

01 abril 2006

Mil Disculpas





Lo siento, por motivos que ahora no vienen a cuento no he actualizado el blog como me gustaría, prometo volver al redil y actualizar como antaño, cada 1-2 días. Gracias a todos los que a pesar de este largo mes sin escribir han seguido entrando y a los que se han preocupado por lo que pasaba...


Un saludo.


Sergio Herrada Ruiz