03 mayo 2006

BAFF 8ª Edición - 2ª Jornada - Big River, Joni's Promise, Invisible Waves



Crónica día anterior

Comenzaba la segunda jornada del festival con el listón muy alto, el recuerdo de la última joya de Hou Hsiao-Hsien todavía permanecía en mi cabeza, pero el hecho de ir a ver una producción de Office Kitano parecía que permitiría mantener el nivel. Para mi desgracia, no fue así...




"Big River" dirigida por Atsushi Funahashi, un japonés afincado en Nueva York, y producida por Takeshi Kitano, fue la primera sesión del día.
En ella se nos cuenta la historia de 3 personajes que deambulan perdidos por el desierto de Arizona, un japonés que está de viaje (Joe Adagiri), un pakistaní que busca a su mujer (Kavi Raz) y una americana que vive en una caravana y sólo busca alguien que le saque de ahí (Chloe Snyder). Juntos, cruzarán el desierto en coche, se conocerán y se ayudarán mutuamente, hasta que las diferencias raciales y los problemas psicológicos que acarrean empiecen a hacer mella en su relación.

La película que pretende ser una reflexión sobre como ha cambiado la sociedad americana después de los hechos del 11-S, está bien dirigida e interpretada pero tiene dos grandes problemas que no logra superar. El primero es únicamente artístico, su guión. Introducir un personaje árabe desconfiado y que apenas habla inglés para hablar de la incomunicación y del recelo ante los inmigrantes es demasiado obvio, acaba cayendo en lugares comunes (ese policía que les interroga sólo por no parecer de ahí) y le acaba pasando factura el calco a la forma de narrar de Jim Jarmusch.

El segundo problema es más circunstancial. Al acudir a un festival de cine asiático esperas encontrarte cualquier cosa excepto un filme independiente americano al uso, correcto pero nada sorprendente, que acaba generando una gran sensación de deshubicación. En cualquier otro evento, este hecho hubiese quedado paliado pero en el BAFF no, si a esto se le suma el nombre de su productor, el resultado no puede ser más que decepcionante.




Después llegó el turno de "Joni's Promise" (Janji Joni), ópera prima del indonés Joko Anwar que gira alrededor de Joni (Nicholas Saputra), un joven que trabaja como repartidor de rollos de película en Yakarta, pero los cines de dicha localidad, para abaratar costes, comparten los rollos, así que Joni pasa las horas recorriendo la ciudad en su motocicleta, de sala en sala, para que todos puedan proyectar el filme sin pausas. Aunque su trabajo se complicará mucho, el mismo día que se decide a conquistar una chica...

Si la anterior propuesta del día imitaba el cine indie americano, ésta parece hacer lo propio con lo peor de la comedia (romántica) para adolescentes de los años ochenta. Personajes planos, situaciones absurdas, una banda sonora repleta de canciones rock que en lugar de acompañar las imágenes las saturan por completo, etc.
Aún así, son de agradecer ciertos detalles (todos en su tramo inicial) relacionados con el mundo del cine que resultan bastante simpáticos, aunque rápidamente se olvidan.
Una lástima, pues sobre el papel, parecía que este largometraje sería mucho más interesante y que conjugaría, al igual que la espléndida "Citizen Dog (Mah Nakorn)", exotismo kitsch y crítica social.
Definitivamente, la peor película vista por el momento en el festival.




Finalmente, la jornada acabó con "Invisible Waves", último filme hasta la fecha de Pen-ek Ratanaruang, una coproducción entre Tailandia, Holanda, Hong Kong y Corea del Sur, fotografiada por el siempre espléndido Christopher Doyle y, a priori, uno de los platos fuertes del BAFF 2006.

Kyoji (Tadanobu Asano) es un inmigrante japonés que trabaja como cocinero, su jefe le pide que asesine a su esposa y así lo hace, sin importarle que ella además sea su amante. Una vez cometido el crimen, se embarca rumbo a Phuket para esperar que se calmen las cosas pero en el barco los problemas no harán sino que empeorar.

La película, un thriller noir en toda regla, funciona también como viaje emocional del protagonista que carga con el sentimiento de culpa durante todo el filme. Sus movimientos no parecen propios, desde el inicio del filme parece ser empujado por las olas invisibles del título que lo mueven y lo zarandean de un lugar a otro y que le impiden avanzar y seguir adelante con su vida, para mostrarlo es elemental la interpretación de Asano que refuerza el tono onírico de algunos momentos del largometraje, como las secuencias dentro del barco (y que ocupan media película) que forman parte del estado mental de Kyoji que necesita redimirse de su pecado.

Una propuesta madura y compleja con varios niveles de lectura más allá del filme de venganza y traición que plantea la sinopsis.



Sergio Herrada Ruiz


29 abril 2006

BAFF 8ª Edición - 1ª Jornada - Three Times



Parece que fue ayer cuando vi "The Taste of Tea" de Katsuhito Ishii que acabó llevándose el premio del público en la 7ª edición del BAFF y que significó, para mi, la despedida del Festival de ese año. Y ya estamos de nuevo, vuelve el BAFF, vuelve el buen cine, vuelve el cine más original y, como no, también vuelve el hiperactivo Asano (este año con 3 propuestas).

En un festival de cine, si hay algo muy importante (a parte de premios, famosos y películas) es la sesión inaugural, ya que con ella se marca el ritmo de lo que vendrá después y es algo que parece que la organización del BAFF sabe muy bien. Si el año pasado se abría con la espléndida "Nadie sabe" de Hirokazu Koreeda, para esta edición han elegido otra no menos magnífica, "Three Times", la última película del maestro Hou Hsiao-hsien, una propuesta completamente libre e hipnótica, un filme magistralmente rodado e interpretado que sabe utilizar los recursos sonoros de los que dispone y que engancha al espectador durante más de dos horas seguidas, lo cual no es poco.




La historia de "Three Times" narra tres historias de amor que transcurren en tres épocas diferentes y siempre interpretadas por la misma pareja protagonista, Shu Qi y Chang Chen. En principio cada historia debía ser dirigida por un director diferente aunque finalmente se encargó Hsiao-hsien de las tres.

La primera historia de amor nos transporta hasta el Taipei de 1966, el "Tiempo del amor" según la película y el fragmento del largometraje más autobiográfico según su director. Una romántica historia que se fragua en las salas de billares de la época, entre una trabajadora de un local y un joven que se acaba de alistar en el ejército.

El autor de "El maestro de marionetas" utiliza magistralmente la música de la época (llena de grandes éxitos americanos) para explicarnos lo que sienten los personajes en cada momento y nos muestra su enamoramiento como si fuera una gran partida de billar a tres bandas.
Comienza el filme con una carambola sobre una mesa de billar y por carambola se conocen también el militar que interpreta Chang Chen y la empleada con el rostro de Shu Qi. Él llega al establecimiento para encontrarse con la anterior trabajadora pero ésta ya no trabaja ahí y en su puesto está ahora May (Shu Qi). Es su última noche antes de la llamada a filas, así que decide quedarse a jugar hasta que sea la hora de marchar. Cuando se despiden, él promete escribirle y eso es lo que hará durante los sucesivos meses pero, cuando vuelve de permiso, May ya no trabaja tampoco ahí.

Para encontrarla deberá ir recorriendo todos los lugares por donde ella a trabajado o vivido, rebotando de un lugar a otro, hasta que finalmente la encuentra en otro local. Ha perdido prácticamente todo su tiempo en la búsqueda pero aún pueden compartir esa noche antes de que él vuelva a la base.

El colorido y la alegría de estos jóvenes marca todo el episodio que acabará resultando el más esperanzador de los tres.




El siguiente episodio está ambientado en el Taiwán de 1911, durante su ocupación japonesa, "Tiempo de libertad" que le llama el director chino, una libertad que ansía tanto el pueblo como la prostituta que interpreta Shu Qi de nuevo.

Ante la dificultad de que los intérpretes aprendieran a hablar el chino de la época, Hsiao-hsien decidió hacer este fragmento como si fuera cine mudo. Prácticamente toda la acción transcurre casi inamovible en una única habitación para dar más sensación de aprisionamiento y con largos planos secuencia que únicamente son rotos por las pantallas de diálogos.

Esta vez seguimos la vida de una protituta que vive en un local de alterne mientras espera que uno de sus adinerados amantes le dé la libertad convirtiéndola en su concubina. Es tiempo de represión, de convencionalismos y de ocultar sentimientos, algo que el director sabe mostrar a la perfección apoyado por la apuesta estilística de omitir la voz de sus personajes.




Y del hermético silencio del anterior episodio pasamos al histérico sonido del superpoblado Taipei de la actualidad, "Tiempo de juventud", es decir, tiempo de experimentación sexual, de egoísmo y de comenter errores.

Toda la propuesta del autor chino es una lograda metáfora de como el tiempo en el que se vive influye en la manera de relacionarnos y de amarnos, hemos pasado de los prostíbulos a los salones de juego y de ahí a internet y a las discotecas, pero no sólo ha cambiado eso, también se han ampliado las opciones sexuales, es por eso que ahora la historia nos muestra a tres personajes, una lesbiana, una bisexual y un heterosexual.

Durante todo el episodio tenemos un constante sonido externo (ya sean vehículos, personas, música) que nos provoca la sensación de caos y de desorientación vital en la que viven los personajes (y en la que vivimos la gran mayoría de urbanitas), rodado todo con pulso nervioso y a ritmo de música electrónica que nos retrotrae, estilística y argumentalmente, a otra obra suya, "Millenium Mambo".




Como decía al principio, han pretendido con esta proyección empezar con buen nivel, ahora esperemos que no hayan puesto el listón demasiado alto...

Sergio Herrada Ruiz

Crónica día siguiente

26 abril 2006

BAFF (Barcelona Asian Film Festival) - 8ª Edición - Del 28 de abril al 7 de mayo del 2006



Llega el BAFF un año más a Barcelona y con él, toda una serie de películas de difícil exhibición en nuestro pais, con lo que este Festival se convierte en una oportunidad única para verlas en pantalla grande.

Para más información, Web Oficial


A partir del día de inicio, este blog se convertirá en una crónica diaria de dicho acontecimiento, así que permaneced atentos.



Día 1 - Three Times

Día 2 - Big River, Joni's Promise, Invisible Waves

19 abril 2006

ALLEGRO (Christoffer Boe, 2005)



Enlace directo a Crítica de Recontruction (Christoffer Boe, 2003)

A medida que crecemos, vamos adquiriendo todo tipo de vivencias. Tenemos alegrías, bastantes desengaños y conocemos a personas que, la gran mayoría de las veces, acabarán por hacernos daño. Aún así, seguimos jugando al juego de la vida aunque más de una vez deseemos poder eliminar, por una vez, todo atisbo de emoción y sentimentalismo de nuestras vidas o borrar completamente el recuerdo de una persona.

Hace un par de años, Michel Gondry planteaba de forma magistral algo parecido en la excelente "¡Olvídate de mi!" (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004), donde una máquina era capaz de eliminar una persona (y todo lo que se experimentó a su lado) de la memoria. Pero, en lugar de hacer más felices a las personas, sólo servía para que volvieran a cometer los mismos errores (y enamorarse de las mismas personas, claro), planteando así, un debate sobre el destino y la fuerza del amor (verdadero).

Ahora, el danés Christoffer Boe parece recoger el testigo y basa el punto de partida de su última película en este interesante "What if", aunque con unos intereses totalmente diferentes...




Zetterström (Ulrich Thomsen) es un brillante pianista. Su incapacidad de aceptar sus errores le ha llevado a una auto-superación constante que no le deja amar otra cosa que no sea su música. Debido a ello, su novia Andrea (Helena Christensen) le abandona.
Ante tal perdida, Zetterström opta por esconder en lo más profundo de si mismo todo lo vivido hasta entonces, olvidando su pasado y centrándose (aún más) en su carrera.

Diez años después, Zetterström ha alcanzado la fama como músico, vive en América y no ha vuelto a Copenhague, su ciudad natal, desde entonces, por lo que desconoce que sus recuerdos, lejos de permanecer enterrados en su interior, han optado por vivir libremente en "La Zona", un misterioso lugar al que nadie puede acceder (y por lo tanto nadie sabe lo que se encuentra ahí) y que ocupa un amplio territorio de la capital danesa.

Cuando Zetterström regresa con motivo de un concierto, entra en escena Tom (Henning Moritzen), un misterioso personaje que le dará a conocer "La Zona", dándose cuenta así que ha olvidado gran parte de su vida, aunque quizás ya sea tarde para recuperar lo perdido...




El director reincide en varias ideas ya expuestas en "Reconstruction" (2003), su ópera prima, aunque esta vez lo hacen acompañadas de un concepto prestado de una conocida película a la que es imposible obviar, "Stalker" (Andrei Tarkovski, 1979), creando así un ejercicio cinematográfico multireferencial.

Al igual que en la obra del maestro ruso, aparece "La Zona", un lugar temido por algunos y desconocido para todos, un laberíntico territorio que cambia a cada paso (que mejor lugar para los recuerdos que una ciudad esquiva, pues ellos mismo lo son) y que impide pasar dos veces por un mismo sitio. Una trampa conceptual en la que al final, después de un largo sufrimiento y gracias a la Fé (Fé en su propia existencia en el caso de Stalker, Fé en los demás y en uno mismo en el caso de Allegro), nos aguarda lo que más ansiamos conseguir.

Por suerte, sólo roba de Tarkovski dicho elemento y no se siente tentado a jugar con la dilatación del tiempo y/o del espacio, resultando una obra igualmente hipnótica y que, como su propio nombre indica (Allegro es un término musical que indica que la pieza tendrá un ritmo rápido), avanza rauda pues, como nos recuerdan en el filme, el tiempo no se detiene.




Según Christoffer Boe, el ser humano no puede ser feliz sin recuerdos ni emociones. De hecho, Zetterström lo único que consigue borrando su pasado es encubrir lo infeliz que es en realidad, aunque para darse cuenta de ello necesite la figura de Tom, una especie de demiurgo platónico (según Platón el demiurgo era la entidad que, sin ser creadora, impulsaba el universo, en oposición al demiurgo gnóstico que se encontraba en Reconstruction, un ser malvado que creaba el mundo y aprisionaba al protagonista en él) que decide tomar partido por el sufrido músico y ayudarle, por medio del sufrimiento y la confrontación, a ver la luz (otro concepto platónico).

Tom es el completo opuesto al personaje del escritor de Reconstruction, mientras uno escribe las vidas (y sus trampas) de los demás, el otro se dedica a leer y almacenar los libros vitales de cada uno (los libros son la memoria colectiva, dice en la película). Mientras August (el escritor) decide castigar al amante de su esposa, Tom prefiere perdonar a Zetterström por sus pecados, etc.
Ambos juegan con las vidas ajenas y parecen ser las dos caras de una misma moneda, aunque moralmente sean completamente distintos.

Las preocupaciones de su autor siguen inmutables, sigue interesado en contarnos como el amor (o la falta de) cambia nuestro mundo, como el hombre debería atreverse a afrontar sus sentimientos (al contrario que la mujer, que en su cine siempre tiene muy claro lo que quiere) y a confiar en los demás (sólo así, parece decirnos Boe, alcanzaremos la felicidad). Toda una cuestión de principios que, a la espera de ver su nueva película "Offscreen", tomaremos como base para entender su cine, un cine romántico (y siempre en clave fantástico) libre que lo convierten en uno de los directores más interesantes del panorama danés actual.





Sergio Herrada Ruiz

08 abril 2006

V de Vendetta (V for Vendetta, James McTeigue, 2005)



"Remember, remember the 5th of november..."

Con esta referencia al 5 de noviembre de 1605 (fecha en la que el inglés Guy Fawkes trató de destruir el Parlamento de Londres y de asesinar al rey Jaime I), comienza la polémica adaptación de la no menos polémica novela gráfica, V de Vendetta.

Creado por Alan Moore y David Lloyd y escrito en plena era Tatcher, el "comic book" fantaseaba con un futuro distópico bastante próximo donde Inglaterra, después de la 3ª Guerra Mundial, caía en un régimen totalitario, ultraderechista y fascista, donde la libertad de expresión brillaba por su ausencia, las cámaras de seguridad, las escuchas y un férreo cuerpo de seguridad controlaban a sus ciudadanos y donde se creaban campos de concentración y exterminio para gente "diferente" (gays, negros, activistas políticos, etc.). Era entonces cuando entraba en escena V, un terrorista enmascarado con la careta de Fawkes que pretendía abolir toda forma de represión y acabar lo que Guy hubiese querido hacer tres siglos atrás, aunque V tenía también un motivo más oscuro...

Un argumento "peligroso" que de no venir de un cómic (o camuflado en lo que muchos creerán una película más de superhéroes), podría haber levantado mucha más polvoreda, sobretodo en estos tiempos donde la palabra terrorismo o lucha armada provoca sarpullidos a más de uno.




Hasta el momento, las adaptaciones a pantalla grande de la magnífica y valiente obra de Moore no habían encontrado una forma (digámoslo suavemente) satisfactoria de trasladarse a la pantalla. Por un lado, "Desde el infierno" (From Hell, Albert y Allen Hughes, 2001) había resultado excesivamente fría (aunque bien ambientada) y por el otro, "La liga de los hombres extraordinarios" (The League of Extraordinary Gentlemen, Stephen Norrington, 2003) y "Constantine" (Francis Lawrence, 2005) apenas guardaban relación con el cómic original (cosa que hizo entrar en cólera a su creador, por lo que a partir de ahora su nombre nunca volverá a aparecer en ninguna adaptación de un texto suyo), así que, de entrada, la noticia del rodaje de V de Vendetta se cogió con más desilusión (y rabia) que alegría.

Por suerte para todos, el largometraje de McTeigue es una propuesta adulta, compleja y que, pese a sus modificaciones (algunas de muy significativas), es totalmente fiel al espíritu y al ideario anárquico de Moore.




La película, ópera prima de James McTeigue, ha contado con un excelente libreto, escrito por los hermanos Wachowski (también productores), que ha sabido concentrar las numerosas subtramas del original y reducirlas a cuatro líneas argumentales (la venganza de V, los intentos del líder y sus hombres por detenerlo, la investigación policial y la historia de Evey), evitando así la desorientación que, a veces, provocaba el cómic.

Aunque éste no ha sido el único cambio provocado por la reescritura, Evey ya no es una jovencita inocente y confiada, su conversión es mucho más gradual y todo, en esta subtrama, resulta más convincente. También se ha creado un nuevo personaje, una nueva "voz del destino" interpretado por Stephen Fry que acaba resultando de lo más interesante y conseguido del filme.
Con todo esto y pese a que, en líneas generales, las modificaciones introducidas sean un acierto en su mayor parte, el desenlace de la película (demasiado utópico y optimista) y el empeño de resaltar la homosexualidad como motivo de marginación de entre todos los demás factores, hacen que el largometraje pierda un poco de fuelle en su segunda mitad.




Es de agradecer que McTeigue se haya olvidado de los tics adquiridos por el cine de acción actual después de la muy influenciante trilogía creada por sus mecenas y que las pocas escenas de acción estén resueltas sin demasiados efectos, sin epatar al espectador y completamente al servicio de la historia y de sus personajes. Cosa que sabe aprovechar todo el reparto para realizar unas interpretaciones sin fisuras, desde un contenido Stephen Fry, pasando por una entregada Natalie Portman y hasta llegar a un estupendo Hugo Weaving que consigue que veamos al personaje que hay detrás del disfraz únicamente por medio de la voz y el gesto.

En definitiva, un encomiable trabajo en equipo que ha dado como resultado ser la mejor adaptación hecha de un cómic de Alan Moore.





Sergio Herrada Ruiz

02 abril 2006

Citizen Dog (Mah Nakorn, Wisit Sasanatieng, 2004)



Existen películas que tienen la capacidad de perdurar en nuestra memoria ya sea por los sentimientos que nos provoca el verlas, porque sentimos la necesidad de analizarlas con más profundidad, porque nos atrapa su historia y/o sus personajes, porque no podemos sacarnos su melodía de la cabeza, etc.
El último y fascinante filme de Wisit Sasanatieng tiene dicha habilidad. Su crítica social disfrazada de comedia romántica nos arrolla desde un principio con su colorido y con las vicisitudes de sus carismáticos personajes y ya no nos suelta hasta que desaparece la última letra de los "end credits".




El argumento, en apariencia sencillo, gira alrededor de Pod, un joven que abandona su pueblo para ir a trabajar a Bangkok. En la gran ciudad, se relacionará con una variada gama de personas a cada cual más excéntrica e intentará conquistar (como el resto) al gran amor de su vida.

El director de "Las lágrimas del tigre negro" reincide en el colorido kitsch y en una poderosa imaginería visual (cosa que ha hecho que se la equipare injustamente a Amélie, un gran error pues Jeunet lo utiliza para darle el toque de cuento necesario a su historia y Sasanatieng para esconder la crítica inherente a ella) en su segunda propuesta ante las camaras y el resultado no ha podido ser más satisfactorio, una historia llena de dobles lecturas y de personajes que merecerían ser los protagonistas absolutos de cualquier otra película.




El mensaje más obvio es el contraste entra la felicidad y paz del mundo rural y el stress y el ritmo de vida urbano que nos imponen las grandes urbes (un hecho que se encargan de repetir los directores tailandeses en prácticamente toda su filmografía). Todos andan perdidos en la gran ciudad, ellas absortas en falsos sueños que las ciegan y no les permiten ver lo que tienen y ellos tratando de alcanzarlas inútilmente. Se comunican, se dicen lo que piensan pero no se llegan a entender. Un poco, la universal historia romántica vista infinidad de veces pero que en manos del director tailandés se convierte en un prodigio de originalidad gracias a unas subtramas muy peculiares donde encontramos, además, las restantes críticas sociales.

Nada se salva de la quema, las modas pasajeras, el consumismo, el reciclaje, el sistema de trabajo en las grandes empresas, la industrialización (con un sketch muy en la línea del Chaplin de Tiempos Modernos), la incomunicación en la sociedad actual y dentro de la era de las grandes comunicaciones, la educación, etc. Todo forma parte de la llamada de atención global que hace el autor al espectador, aunque de todas ellas, merece destacarse (y que prácticamente resume todo lo anterior dicho) la que surge a partir de la relación entre Mam y Tongchai, una niña y su peluche.




Mam es una niña que se cree adulta (de hecho hasta fuma) debido al desinterés de sus padres hacia ella que la tratan como tal (esa estupida corriente actual de tratar a los niños como si fuesen adultos) y que pretenden demostrar su amor regalándole todo tipo de muñecas y artilugios. El único que la quiere y la comprende es Tongchai, su osito de peluche, un juguete con vida propia (también fuma y bebe para olvidar) que se desvive por ella y que la consuela día tras día. Ella normalmente le responde con desprecio (tampoco le han enseñado otra forma de amar) y se desquita yéndose de compras diariamente (así entran en la vida de Pod que en ese momento es taxista). Separados por un teléfono móvil (el último regalo que le han hecho a Mam y desde entonces su único medio de comunicación), la única manera que encontrará Tongchai para recuperarla será hacerse con otro, ahora podrán vivir felices juntos mientras se hablan, desde escasos centímetros, mediante dicho artilugio.

Pocas veces me he reído tanto viendo un filme mientras subliminalmente se cargaban todos los tics adquiridos por la sociedad del bienestar.

Las cosas se pueden decir más alto pero no más claro y a Wisit Sasanatieng no le hace falta alzar la voz para dejar clara su postura, el resto (hacerle caso o no) ya depende de nosotros, el problema está en la posibilidad de que el malacostumbrado espectador se quede en la forma y no en el fondo (y luego se digan cosas, repito, como que nos encontramos ante la Amélie tailandesa pasada por el filtro de Almodóvar, si es que hay algunos críticos a los que se les tendría que dar de comer aparte).

En definitiva, una nueva muestra del magnífico trabajo que se hace en Oriente, sin ataduras, original y a contracorriente.
Un cine social envuelto en papel de caramelo pero mucho más real que el falso realismo que tenemos por estos lares.





Sergio Herrada Ruiz

01 abril 2006

Mil Disculpas





Lo siento, por motivos que ahora no vienen a cuento no he actualizado el blog como me gustaría, prometo volver al redil y actualizar como antaño, cada 1-2 días. Gracias a todos los que a pesar de este largo mes sin escribir han seguido entrando y a los que se han preocupado por lo que pasaba...


Un saludo.


Sergio Herrada Ruiz

01 marzo 2006

Michel Gondry: El eterno resplandor de una mente inmaculada.



Existe cierta tendencia (que yo también sigo) a adjudicar el adjetivo videoclipero a toda película de planos excesivamente cortos o de ritmo frenético y siempre de manera negativa.
El porqué seguimos haciéndolo después de que haya quedado demostrado que el mundo del videoclip y en gran diferencia con la mayor parte del mundo del cine, es un lugar en constante evolución, arriesgado y cuna de grandes artistas (hablo del verdadero, no el del pachangueo, el del reggaeton o el de los triunfitos y sucedáneos), es un completo misterio.

Aún se entiende menos todavía cuando tenemos en cuenta que de los últimos directores interesantes que nos han llegado desde USA (o provenientes de su cine aunque no nacidos allí), la gran mayoría vienen de dicho mercado. Gente como Spike Jonze (Being John Malkovich y Adaptation), Jonathan Glazer (Sexy Beast y la infravalorada Birth) o David Fincher (Alien3, Se7en, The Game, Fight Club, Panic Room y la inminente Zodiac) comenzaron (algunos aún lo hacen) su andadura como directores convirtiendo en imágenes la música de Björk, Madonna, Aerosmith, Radiohead, Massive Attack, REM, Beasty Boys y muchos otros más. Michel Gondry no se quedó atrás.




Gondry nace en Versalles en 1963 en el seno de una familia de artistas. Pronto se le despiertan las inquietudes artísticas e ingresa en la escuela de arte de la que saldrá pocos años después para formar parte, como batería, del grupo Oui Oui donde también realizará los videoclips de la banda, iniciando así su carrera como director.
En estos primeros trabajos, el futuro realizador de The Science of Sleep, comienza ya a experimentar con los lenguajes audiovisuales (además de con la animación).
De ahí, a que Björk lo descubriese y le pidiera que realizara su primer videoclip fue un paso (bueno, en realidad fueron 6 años, durante los cuales el grupo musical de Michel Gondry se disolvió). A partir de entonces, no deja de trabajar, se suceden los trabajos para gente como Lenny Kravitz, Sinéad O'Connor, Daft Punk, Beck, The Chemical Brothers, The White Stripes, The Rolling Stones, Radiohead, etc. Resultando todos un prodigio de imaginación y buen hacer detrás de las cámaras.

Aparte de sus vídeos musicales, Gondry también destaca en el campo de la publicidad donde todavía ostenta el Record Guiness al spot más premiado de la historia por su anuncio para Levi's, donde un joven compra condones al que luego resultará que es el padre de su pareja, y por crear el efecto "Bullet Time" (no, no lo inventaron los Wachowski en Matrix) que desarrolla en un spot para Smirnoff y más tarde en un videoclip para The Rolling Stones.

Estaba claro que tanta creatividad tenía que desembocar en un largometraje (aunque primero experimentó con diversos cortometrajes, ninguno especialmente reseñable) que vino auspiciado por su gran amigo Spike Jonze y por unos de los guionistas más imaginativos e imprevisibles que ha dado el cine moderno, Charlie Kaufman.




Human Nature (2001) significó su decepcionante debut en el mundo del cine. Gondry construye logradas setpieces pero falla al no conseguir un resultado más homogéneo (hay escenas que parecen extraídas directamente del videoclip "Human Behaviour" de Björk), notándose demasiado que aún no controla el formato largo.
El guión de Kaufman (en su peor escrito hasta la fecha) tampoco ayuda. Cuenta con un original punto de partida pero va perdiendo fuelle a medida que avanza el filme, dejándose engullir por sus estrambóticos personajes y desembocando en un incoherente final.

Aún así, la historia de un científico traumatizado por sus padres, virgen a los 35, medio cegato y con micropene (Tim Robbins), de una mujer ultrapeluda que decide vivir libremente (y desnuda) en la selva hasta que sus ardores sexuales se lo impiden y que se convierte en una escritora de éxito (Patricia Arquette), y de un hombre que se cree un simio porque su padre, un enfermo mental, lo crió como tal y que vive en la selva hasta que los dos anteriores se lo encuentran (Rhys Ifans), es digna de verse aunque sólo sea por ver las interpretaciones que realiza un reparto sin complejos y completamente entregado a la película.

Tres años después llegó su consagración cinematográfica, una obra maestra absoluta que dejó boquiabiertos a la gran mayoría, desconocedores del talento de este genio francés, y que se convirtió en la mejor película del 2004 (con perdón de 2046 de Wong kar-Wai).




Dicha obra se llamó "Eternal Sunshine of the Spotless Mind" (en España la titularon con el horrible nombre, ¡Olvídate de mi!) que contaba de nuevo con un guión de Charlie Kaufman (diametralmente opuesto en calidad a su anterior trabajo juntos) y que mezclaba habilmente una realista (y muy bonita) historia de (des)amor con elementos fantásticos y de ciencia ficción.

El mundo creativo de Michel Gondry se funde a la perfección con la onírica odisea de Joel Barrish (Jim Carrey), un hombre que lucha en sueños contra la máquina que pretende borrar de sus memoria a Clementine (Kate Winslett), el gran amor de su vida.
Ambos protagonistas están espléndidos (en especial un Carrey en estado de gracia que soporta el peso del relato) aunque se debe nombrar también a Tom Wilkinson, Kirsten Dunst, Mark Ruffalo y Elijah Wood, apoyados todos ellos por el libreto de Kaufman que sabe estar a la altura en todo momento (parecía imposible que este autor supiese como terminar alguno de los filmes que escribe) y que nos depara alguno de los momentos más fantásticos vistos en una pantalla en mucho tiempo (Joel y Clementine tumbados sobre el hielo, el virtuosismo visual durante las transiciones entre los diferentes recuerdos, etc.). Una película para redescubrir a cada nuevo visionado y de recuerdo imborrable.




Y si su obra, hasta el momento, parece ejemplar, no parece que nada vaya a cambiar en un futuro próximo. En su horizonte más cercano, aparecen tres nuevas propuestas, "The Science of Sleep" que presentó en Sundance y Berlín con un Gael García Bernal que comprueba como los personajes de sus sueños comienzan a apoderarse de su realidad, "Dave Chappelle's Block Party", una sucesión de sketches de Dave Chappelle que homenajean el documental musical "Wattstax" (1973) y "Master of Space and Time", sobre dos científicos (uno de ellos, Jack Black) que descubren la manera de controlar la realidad. Tres nuevos proyectos que reinciden en las obsesiones conocidas de su autor, es decir, las fantasías oníricas y la música que servirán para consagrar, ahora que todos conocen quien es, a su brillante creador, Michel Gondry.





Sergio Herrada Ruiz

24 febrero 2006

La ley de la calle (Rumble Fish, Francis Ford Coppola, 1983)




¿Qué ha pasado con los grandes directores americanos que surgieron en la década de los 70? ¿Por qué parecen haberse hundido en películas vacías, sin sentido y totalmente alimenticias (salvo honrosas excepciones, como por ejemplo el cada vez más infravalorado Steven Spielberg o los recuperados Martin Scorsese y Roman Polanski)? 
Podría seguir planteando preguntas sin respuesta durante horas, causadas por la impotencia de ver a clásicos modernos convertirse en completos desconocidos para las nuevas generaciones. Uno de ellos es Francis Ford Coppola, un creador no muy personal (siempre se le dieron muy bien los trabajos de encargo) aunque, de vez en cuando (sobretodo en los años 80), nos sorprendió con alguna joya mucho más propia que su grandilocuente y más conocida obra. La ley de la calle (Rumble Fish) es una de ellas y seguramente también sea la mejor.

Coppola había tenido sendos fracasos comerciales consecutivos, Apocalypse Now (1979) que le dejó prácticamente arruinado y, la infravalorada y muy recomendable, Corazonada (One From the Heart, 1982), cuando decidió enfrascarse en la tarea de adaptar dos novelas en un mismo año de la precoz escritora, S. E. Hinton, un díptico cinematográfico sobre el difícil paso a la edad adulta formado por Rebeldes (The Outsiders, 1983) y la película que ahora mismo nos ocupa.


(...)

Estoy mudando poco a poco las críticas a mi nuevo blog, así que si queréis leer el comentario entero de esta película podéis seguir el siguiente enlace directo:

Sergio Herrada Ruiz

21 febrero 2006

The Absolute End Of The World (La Fin Absolue Du Monde, Hans Backovic, 1971)

A lo largo de la historia del cine, algunas películas han corrido la mala suerte de conocerse como malditas por sus incidentes durante el rodaje, por su nula distribución o incluso por su mala recaudación. Pero ninguna de ellas ha adquirido dicha calificación tan merecidamente como el filme que nos ocupa...

Su aureola comenzó a forjarse hace más de 30 años cuando, en la edición del Festival de Sitges de 1971, la sala donde se exhibía en ese momento comenzó a arder a causa de un fallo en el proyector, provocando heridos de diversa magnitud.
Los espectadores que fueron entrevistados por aquel entonces apenas se ponían de acuerdo sobre lo visionado, aunque todos parecían coincidir en lo bizarro de la cinta, una mezcla no muy heterogénea de violencia extrema con ángeles como telón de fondo.


Si a todo esto le sumamos la peculiar personalidad de su autor la leyenda está hecha.
Hans Backovic estaba considerado mayoritariamente como un terrorista audiovisual, alguien que abusaba de la confianza de la audiencia para llevar a cabo su particular objetivo, la destrucción del elemento cinematográfico. Misteriosamente, después de rodar este largometraje desapareció de la vida pública, no volviendo a rodar de nuevo.


A partir de aquí se hace complicado discernir entre la realidad y la leyenda. Oficialmente, la única copia existente de la película se destruyó en el incendio (de hecho el Festival de Sitges acusó al director de utilizar un material altamente inflamable para rodarla como posible causa del fuego, lo que sirvió para que algunos le acusaran de haberlo hecho a propósito y que, pareció causar a su vez, su fuga de la sociedad) pero eso no fue problema para que muchos admitieran haberla visto años después circulando por diversos festivales underground. Incluso se llegó a decir que la película era real, una especia de snuff movie diabólica que mostraba la tortura de un verdadero ángel a manos de unos niños, gracias a la influencia del mismísimo Belcebú. Como podéis comprobar, rumores para todos los gustos.


En los últimos años su mito ha ido en aumento, diversas sectas satánicas reconocen haber buscado una copia sin éxito, coleccionistas de cine ultramillonarios pagan fortunas a quien les consiga algun fragmento visionable del filme, etc.
¿Qué amante del cine no pagaría (si se lo pudiese permitir) tanto dinero por ver una pieza tan extraña?
¿Quién no querría comprobar por si mismo, si realmente visionarla es contemplar la maldad más absoluta?

En fin, que aquí se encuentra un posible comprador más. Si alguien conoce algun dato fiable, no dudéis en decirlo en algun comentario posterior...



Nos leemos



Sergio Herrada Ruiz

18 febrero 2006

Expediente X (The X-Files, 1993-2002) (3ª Parte)



Todos los fenómenos de masas tienen sus ciclos y Expediente X no fue diferente. La gente comenzó a dejar de seguirla, los guiones empezaron a acusar cierto cansancio y desgaste creativo y por primera vez en su historia, tenían críticas negativas debidas al exceso de autoparodia en los episodios. Estaba claro que la serie necesitaba un cambio de rumbo, y éste vino propiciado por un hecho inesperado que tenía a su actor principal de protagonista...




Si David Duchovny ya había puesto anteriormente algunos problemas (relativos), no fue nada con lo que ocurrió durante el séptimo año en antena de la serie. David denunció a los productores de Expediente X por estafa ya que consideraba que debía cobrar también por las redifusiones del programa por los canales de cable. Además anunció que la próxima sería su última temporada y que ni siquiera participaría en todos los episodios de la octava temporada.

El protagonista de la serie avisaba de su marcha, las audiencias empezaban a decaer y la conspiración era incromprensible para todo aquel que no fuese un fan irreductible de la serie. Así que los guionistas tomaron una decisión, era hora de zanjar las tramas, dar respuestas y cerrar un ciclo.

Mulder estaba en crisis por culpa de los experimentos a los que fué expuesto en Rusia (4ª temporada) y ahora podía leer las mentes de los demás, de hecho, se había convertido en un híbrido. El fumador y Fowley le sacaban del sanatorio y lo investigaban en secreto, entre los planes de él está el apoderarse del genoma de Mulder para así poder sobrevivir también a la colonización extraterrestre. La nave aparecida en la temporada anterior desaparece y, finalmente, Scully (con la ayuda secreta de Diana, lo que le acarrearía su muerte) salvaba a Mulder (que después de una inyección volvía a estar más o menos como siempre).

A mitad del año en curso, se revelaba el mayor enigma de la serie. ¿Qué había pasado con Samantha? Y la respuesta era bastante desoladora, había muerto en una base militar hacía muchos años como consecuencia de los experimentos, ella (y muy posiblemente también Mulder) era hija en realidad del fumador

El final de temporada era de infarto (y uno de los mejores de la serie), Mulder y Scully volvían al pueblo donde transcurría el episodio piloto, alguien se estaba llevando a todos los abducidos que aún estaban vivos y todo parecía indicar que Scully iba a ser la próxima. Pero, para sorpresa de casi todos los espectadores, el que acababa siendo abducido era Mulder.
El fumador, en silla de ruedas debido a una enfermedad terminal, era asesinado por Krycek y Marita Covarrubias al ser arrojado escaleras abajo. Y Scully, recuperándose en un hospital, revelaba a un sorprendido Skinner que estaba embarazada...




Si la séptima temporada fue (y con mucho) la más irregular de toda su historia, con la octava supieron arreglarlo todo fenomenalmente, convenciendo a los más escépticos de que podía haber cuerda para rato (desgraciadamente no fue así) y realizando la temporada más ligada a la mitología de todas las que hubieron. Los guionistas se centraron en dos puntos importantes, por un lado el misterioso embarazo de Scully y por otro, los intentos de ella por encontrar a un abducido Mulder.

Duchovny, como ya se sabía, sólo aparecería en la mitad de los episodios, así que le buscaron un sustituto, el agente John Dogget (Robert Patrick), traumatizado por el asesinato de su hijo. Patrick haría el papel de escéptico (aunque tampoco tanto) para compensar a la ahora completamente creyente Scully.

Aunque éste no fue el único cambio, el agente Alvin Kersh (James Pickens Jr.), superior de Skinner, se volvía personaje recurrente (habían desaparecido casi por completo el resto de personajes ambiguos del programa) y aparecía un nuevo confidente (esta vez de Dogget), Knowle Rohrer (Adam Baldwin), como siempre muy ambiguo, aunque éste resultaba ser al final un supersoldado alienígena.

Respecto al desarrollo de la trama, se descubría que el padre del futuro bebé de Scully era Mulder (no podía ser de otra manera) y que fue mediante el transplante de un óvulo suyo recuperado de cuando su abducción e inseminado artificialmente. Aunque la clínica donde le practicaron la operación formaba parte de la conspiración y le implantaron ADN extraterrestre también (bueno, de hecho Mulder ya era medio híbrido de todas formas) y querían robárselo al nacer.

Por otro lado tenemos a Krycek que quiere impedir por todas las maneras posibles que el bebé nazca ya que al parecer será un problema para la supervivencia de la raza humana. Y además tenemos a un revivido Mulder, celoso de Dogget y dispuesto a destruir la conspiración para siempre y proteger a la embarazada Scully.

El año terminaba con la muerte de Krycek a manos de Skinner y el parto (lleno de complicaciones) de Scully perdida en medio de ninguna parte y ayudada por la agente Mónica Reyes (Annabeth Gish), una amiga de Dogget y futura compañera suya en los Expedientes X. El bebé que se llamará William en honor al padre de Fox, nace sano y parece que por fin Mulder y Scully podrán ser felices... hasta la última temporada.




La última temporada fue un regreso a los orígenes sólo que con Dogget y Reyes de protagonistas en lugar de Mulder y Scully, el problema estuvo en que los fans más cerrados de la serie se negaron a aceptar el cambio, incapaces de reconocer que sin Mulder el programa podía continuar. La novena no fue una mala temporada pero la gente no quiso seguir las peripecias de estos dos nuevos agentes.

Ahora Scully había dejado los expedientes X, trabajaba como forense, cumplía con sus funciones de madre de William (también Gillian Anderson pidió reducir su tiempo en pantalla en esta temporada, con vistas de su próxima marcha de la serie) y haciendo de asesora de Dogget y Reyes en sus casos. Fox ha desaparecido dejando sólo una nota y ninguna explicación convincente, cosa que complica más (si cabe) su vida.

Al reparto recurrente se sumaba otro superior del FBI más, Brad Follmer (Cary Elwes), que además había sido amante de Mónica.

Toda la trama anual gira alrededor de los supersoldados, de los poderes que parece tener el bebé y de sus sucesivos intentos de secuestro/asesinato.

Scully daba finalmente a William en adopción, incapaz de protegerle, morían Los pistoleros solitarios (además zanjaba la trama de la única temporada que tuvo su serie propia) al salvar el mundo y se descubría el único punto débil de los supersoldados.

La serie acaba con un largo juicio contra un reaparecido Fox Mulder, acusado de asesinato (otra sucia trampa más de los conspiradores), que debe demostrar la existencia de los extraterrestres ante un jurado o será condenado a muerte. Durante el doble episodio final van apareciendo todos los personajes importantes del programa (la gran mayoría como fantasmas que hablan con Fox, hasta Jeffery Spender que parecía que había muerto en la 6ª temporada vuelve con el rostro completamente desfigurado), aunque el veredicto está claro antes de comenzar, Mulder será ejecutado.

En un giro final, Scully, Skinner, Reyes, Dogget y un sorprendente Kersh liberan a Mulder y le dan un coche para que huya junto a Scully, no sin antes hacer un parón en las montañas donde se oculta desde hace 2 años el fumador (no, no estaba muerto realmente). Él, antes de morir en una explosión, le revela la fecha final, el día que la invasión extraterreste se llevará a cabo, el 22 de diciembre del 2012. Por otro lado, Mónica y John consiguen destruir al, hasta entonces, invencible Rohrer, y la serie acaba con una frase de Mulder a Scully, abrazados en la cama de una habitación de hotel y después de besarla... "Maybe there is a hope" (quizás haya una esperanza) que deja una puerta abierta para futuras películas (el eterno rumor de una segunda película, alejada de la trama conspiratoria y con todos sus protagonistas ha vuelto a tomar fuerza en los últimos meses) y cierra nueve años ininterrumpidos de una de las mejores series que ha dado USA en toda su historia...





Sergio Herrada Ruiz


Nos leemos

17 febrero 2006

Los tres entierros de Melquiades Estrada (The Three Burials of Melquiades Estrada, Tommy Lee Jones, 2005)



En los últimos tiempos, viene siendo muy habitual ver a conocidos actores y actrices dar el paso a la dirección. Gente como Jodie Foster, John Turturro, Tim Robbins, George Clooney (éste mucho más interesante detrás de las cámaras que delante de ellas) o Clint Eastwood han sabido ir alternando ambas facetas y acaparando, además, premios y atenciones por sus excelentes labores como realizadores y creadores de verdadero cine.
La propuesta de Tommy Lee Jones es la última de esta nueva hornada en llegar a nuestras pantallas y, si tenemos en cuenta que viene de uno de los más grandes y camaleónicos actores de carácter (a pesar de no haber asimilado bien su fama post-Óscar por El Fugitivo que prácticamente le ha llevado de un trabajo alimenticio a otro) que tiene el cine norteamericano actual, que está escrita por Guillermo Arriaga (el otrora conocido autor de los libretos de las también excelentes Amores perros y 21 gramos) y que está avalada por sendos premios en el último Festival de Cannes (mejor actor para Lee Jones y mejor guión para Arriaga) lo mínimo que se puede decir de dicha propuesta es que resultará interesante. Por suerte, calificarla de esa manera es quedarse corto...




Los tres entierros de Melquiades Estrada es un western crepuscular, un drama fronterizo muy arriesgado para los tiempos que corren y que nos habla, como en los grandes westerns clásicos, de la amistad (masculina), de la venganza, de la culpa, de la redención, del hogar y, en definitiva, de los grandes temas de siempre.

La historia de Pete Perkins (inmenso Tommy Lee Jones), obsesionado primero en hacer justicia por el asesinato de su amigo, Melquiades Estrada (Julio Cedillo) ante la pasividad de la policía únicamente por que era un inmigrante y después en cumplir su última voluntad (ser enterrado en su pueblo natal) haciéndose acompañar por su arrepentido asesino, Mike Norton (Barry Pepper), es un viaje iniciático, una especie de Road Movie a caballo, que les llevará a descubrir que la vida se vive igual a ambos lados de la frontera.




La estructura del filme recuerda a los dos anteriores trabajos de su guionista por la fragmentación de la historia en sucesivos flashbacks que nos muestran la vida de Melquiades antes de su muerte, intercalados a la investigación de Pete y a su propio asesinato aunque, en este caso, sólo ocurre en la primera mitad del relato.
Una vez Pete, Mike y el cadáver de Estrada parten hacia México, la historia se vuelve línial y curiosamente, más compleja. El relato se deja embargar por un peculiar humor negro (todo lo relacionado con el cadáver de Melquiades y su progresiva descomposición) y por la aridez, tanto paisajística como emocional.

El camino hacia la redención es un largo trayecto lleno de pecadores perdidos, incapaces de hayar consuelo alguno y donde sólo se puede alcanzar la paz mediante la ayuda de los demás, el completo arrepentimiento y el perdón. Un doloroso recorrido por donde Mike se verá obligado a caminar sin conocer previamente el final.




Tommy Lee Jones ha logrado lo más difícil, convencer con su ópera prima y alcanzando momentos sublimes y de extrema belleza. Una obra cargada de grandes interpretaciones y con un final terriblemente emotivo y perdurable, cuyo autor, antes actor notable, se ha convertido en un DIRECTOR (así, en mayúsculas) a tener muy en cuenta.

Cuidado Eastwood, te acaba de salir un duro competidor...








Sergio Herrada Ruiz

Nos leemos

15 febrero 2006

Expediente X (The X-Files, 1993-2002) (2ª Parte)



Durante sus tres primeros años de exhibición, Expediente X no hizo otra cosa que ganar adeptos por todo el mundo, convirtiéndose en uno de los buques insignia del canal Fox.
Chris Carter estrenaba nueva serie (la mucho más oscura y deprimente, Millenium) con unos altos índices de audiencia y se planteaba, como una forma de afianzar y enganchar más a los espectadores, complicar más las tramas conspiratorias y añadirles un mayor dramatismo en ésta, su cuarta temporada. Para ello, optaron por ir dándole un mayor protagonismo al personaje de Scully y al tema de su abducción.

Gillian Anderson ya había dado muestras suficientes de su excelente calidad como actriz (al contrario que David Duchovny que a pesar de su gran carisma era un actor mucho más limitado) y no tuvo ningun problema para afrontar el nuevo cariz que tomaría la siempre escéptica Scully en su cuarto año en pantalla, algo que la convertiría, con el paso del tiempo, en el verdadero motor de la serie y en el personaje que más evolucionó en el transcurso de ésta.




En esta nueva temporada se unieron al reparto varios actores. Quizás el más importante (en referencia al argumento) fue el personaje de Marita Covarrubias (Laurie Holden) una mujer que trabajaba para el gobierno y ayudaba a Mulder aunque, como siempre, jugaba a varias bandas.
La conspiración, esta vez, nos llevaba hasta Rusia, donde Mulder era capturado junto a Kricek y descubrían los experimentos con "aceite negro" que se desarrollaban ahí. También entraban en juego unas misteriosas abejas que se criaban para esparcir algun tipo de virus y Scully vivía un nuevo drama personal (después de la muerte de su padre, de su abducción, del asesinato de su hermana, de enterarse que debido a los experimentos que le hicieron se había quedado estéril), tenía un cáncer terminal.

La temporada terminaba con un largo flashback después de la aparente muerte de Mulder (en realidad todo un truco para intentar encontrar una cura a la enfermedad de Scully) y con el asesinato de X, el informador de Mulder.




Dos hechos importantes marcaron la quinta temporada, por un lado el largometraje basado en la serie de televisión que hizo que ésta fuera la temporada más corta de toda su andadura y por otro, la boda de David Duchovny con Téa Leoni.
Durante todo el año, David estuvo poniendo impedimentos a seguir trabajando en Vancouver, ya que eso le suponía estar alejado de su esposa, hasta que forzó el traslado del rodaje de la serie a Los Ángeles, aunque eso sería el siguiente año.

En el plano argumental, Scully seguía recibiendo por todas partes. Primero, Mulder consigue una vacuna para su enfermedad (tan simple como volver a ponerse el implante que se quitó) y más tarde descubre que han estado fertilizando los óvulos que le extirparon durante su abducción para conseguir híbridos humano/extraterrestres. Llega a conocer a una pequeña "hija" suya pero finalmente muere.
Por otro lado, se desvela una próxima colonización extraterrestre a la Tierra (que se haría mediante el "aceite negro") y también unos experimentos (en los que participaba el padre de Mulder) para encontrar un híbrido perfecto que fuese inmune a los efectos de la substancia negra.
Un nuevo personaje importante hacía acto de presencia, Jeffery Spender(Chris Owens), agente del FBI e hijo del fumador que acabará quitándole el puesto a Fox.
Para acabar el año, un misterioso niño con poderes telepáticos ponía en jaque a todo el mundo, los expedientes X eran destruídos en un incendio y aparecía la agente Diana Fowley (Mimi Rogers), ex-amante de Mulder.




El largometraje llegó ese mismo verano con el título de "Expedient X: Enfréntate al futuro" y se anunciaba que se desvelarían en el mismo, gran parte de los enigmas de la serie (cosa que no fue cierta).
El argumento continúa donde lo dejó el programa. Mulder y Scully han sido reasignados a otros puestos después del cierre de los Expedientes X aunque una bomba les vuelve a poner sobre aviso de que algo está sucediendo.

A pesar de su buena factura técnica, el filme, dirigido por Rob Bowman (uno de los directores oficiales de la serie), poco avanzaba en la trama. Únicamente se revelaba que las abejas que estaban entrenando serían las que esparcirían el virus del "cáncer negro" sobre la humanidad (y como no, una acababa picando a Scully que volvía a estar en peligro de muerte hasta que era salvada, en la Antártida, por Mulder).

Muchas localizaciones, buenos efectos especiales y poco más, es como un episodio triple pero con mayor presupuesto.




La sexta temporada trajo cambios al concepto de la serie. Por un lado, la audiencia empezaba a decaer al centrarse cada vez más en la ya bastante complicada trama alienígena, por lo que se tuvo que empezar a dar respuestas a algunos temas. Y por otro lado, la nueva localización del programa en Los Ángeles que pareció oxigenar Expediente X, dándole un poco más de luz, más gore y un muy especial sentido del humor al argumento. Debido quizás a todo esto, este fue el mejor año para mi de The X-Files.

Gran parte de la culpa de mi ensalzamiento de esta temporada la tiene un episodio, Triángulo, alejado de la trama conspiratoria (de hecho transcurre en el triángulo de Las Bermudas, donde Mulder vive una especie de realidad paralela en un barco en la 2ª Guerra Mundial) y que está construído (en parte) con largos planos secuencias, todo un prodigio de realización (a cargo del propio creador de la serie, Chris Carter) y de estructura.

Y referente a la mitología de la serie, los expedientes X son reabiertos, el fumador mata a su propio hijo, Jeffery Spender y se descubre que la abducción de Samantha no fue tal, aunque llegados a este punto, quizás sea mejor que resuma un poco como estaba la trama.
La Tierra iba a ser colonizada por extraterrestres mediante el "cáncer negro", un grupo de poderosos hombres se aliaron con los extraterrestres (entre ellos el fumador y el padre de Mulder) y pactaron que sus familias no sufrirían daño, para ello les entregaron a un familiar (como por ejemplo, Samantha Mulder) con los que experimentar hasta lograr el híbrido perfecto y a cambio ellos les cedieron un embrión alienígena. Pero a espaldas de los alienígenas, se trabajaba en secreto para conseguir una vacuna contra el virus.
Los colonizadores consiguen el híbrido perfecto: Cassandra Spender (Veronica Cartwright), ex-mujer del fumador y madre de Jeffery, por lo que la invasión es inminente, pero aparecen un grupo de alienígenas rebeldes (con todos sus orificios cosidos para ser inmunes al "aceite negro") que matan a todos los miembros de la conspiración (incluída Cassandra) excepto el fumador y Diana Fowley (sí, la ex-amante de Mulder también es mala) que se salvan in extremis, por lo que todo se convierte en una incógnita.

El año acababa con Mulder encerrado en un psiquátrico, loco por un exceso de información y con el descubrimiento de una nave enterrada y de un misterioso objeto de origen extraterrestre, de miles de años de antigüedad y escrito en un idioma desconocido que contiene partes de la Biblia, el Corán y demás libros religiosos.




¿Será nuestra cultura de origen extraterrestre?


CONTINUARÁ


Nos leemos

Sergio Herrada Ruiz

13 febrero 2006

RECONSTRUCTION (Christoffer Boe, 2003)



Uno de los problemas que tiene el cine romántico actual es su incapacidad para sorprender o mostrar una historia de amor de manera realista sin dejarse llevar por tópicos ni por caminos trillados. Y es ahí donde radica uno de los mayores aciertos (y son muchos) con los que cuenta esta pequeña y casi desconocida joya del cine moderno (y aunque inscribirla dentro de dicho género sea quizás un error), pero no nos avancemos, cuando se habla de un enamoramiento es mejor empezar por el principio...




Alex (Nicolaj Lie Kaas) y Aimee (Marie Bonnevie) todavía no se conocen pero están destinados a enamorarse. Ambos tienen pareja, Aimee está casada con un escritor maduro, August (Krister Henriksson, haciendo funciones también de narrador de la película), incapaz de satisfacerla ni de mostrarle su amor y Alex sale con Simone (otra vez Marie Bonnevie), cuya relación tampoco pasa por su mejor momento, más por culpa de Alex que por Simone.
Una noche, se encuentran en una estación de metro y surge la magia. Alex sigue a Aimee hasta un bar donde flirtean y acaban pasando la noche juntos, a partir de ahí todo será difente para los dos. El flechazo ha sido instantáneo y ambos son conscientes de ello, por lo que deciden quedar de nuevo y no dejar pasar esta nueva oportunidad que la vida les depara. Pero antes, Alex deberá hacer frente a sus propios miedos...




Pocas películas ilustran tan bien lo que significa enamorarse, como este hecho cambia nuestra vida diaria, nuestra manera de relacionarnos para con los demás y como nos cambia por dentro. Alex, al igual que el personaje de August, es un artista (en este caso, fotógrafo) con graves problemas de relación cuando se trata del amor. Si August es incapaz de mostrar sus sentimientos a los demás, Alex sufre un miedo atroz al enamoramiento y al compromiso en si mismo, es por eso que para él, el hecho de enamorarse de Aimee, resulte tan traumático (en contraposición a la de ella, mucho más resuelta y decidida ante el cambio). Cuando Alex regresa a su casa después de haber pasado toda la noche en el hotel, todo su mundo físico ha cambiado (posiblemente como respuesta al cambio interior que el teme reconocer). Su casa ha desaparecido, sus cuñados no le reconocen, de hecho ni siquiera su propia novia lo hace. En su nuevo mundo, la única persona que le recuerda es Aimee (de la misma manera que cuando te enamoras, focalizamos toda nuestra atención en la persona amada y todo parece girar alrededor de ella).
Aún así, Alex es incapaz de lanzarse ante el amor, tiene miedo, duda y, como resultado de todo esto, Aimee también desaparece. Alex quedará (para siempre) perdido y solo en un mundo en el que nadie le recuerda.




La película cuenta con una interesante estructura dramática que además de realzar su argumento, le da una nueva lectura.
Por un lado tenemos a dos parejas que son un espejo la una de la otra (artista con problemas afectivos él, amante entregada ella) que parecen buscar volver a empezar de nuevo su relación pero, ante la incapacidad de hacerlo con su pareja, lo hacen con alguien similar (el hecho de que ambos personajes femeninos estén interpretados por la misma actriz apoya dicha teoría), de tal manera que acabará igualmente mal.
Pero lo que realmente cambia la visión de la película es el hecho de que toda ella esté narrada por August que, recordemos, es escritor. Absolutamente todo el filme está explicado desde su punto de vista. Es más, parece formar parte del argumento de la novela que está escribiendo (al inicio de la obra ya nos dejan claro que aunque duela, estamos visionando una ficción), quizás producido por su sentimiento de culpa por ser un mal marido y ante las sospechas de infidelidad que tiene de su mujer.
Es por ello que ambas relaciones se asemejan (con los mismo fallos conductuales además), una es la pareja real y la otra, la literaria. Por eso August no le permite al final a Alex ser feliz con Aimee, porque (por mucho que él sea inacapaz de verbalizarlo) la ama y no tolera que, en la ficción, ella se vaya con su amante, al que castiga con la soledad más absoluta y eterna.




En definitiva, una de las propuestas más interesantes y atractivas que ha dado el cine danés en mucho tiempo y que convirtió a Christoffer Boe en alguien a tener muy en cuenta (cosa que confirmó con su siguiente propuesta, Allegro).


Sergio Herrada Ruiz


Nos leemos